jueves, 31 de julio de 2014

Capítulo 7: Un nuevo descubrimiento


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UN NUEVO DESCUBRIMIENTO
- Estuve con padre, hermano.
- ¿Con nuestro padre?
- Sí, estaba de paso por la Ciudad de la Bahía. Se dirigía hasta Kalkaun, que es donde los rumores te situaban, iba a disculparse.
- ¿A disculparse? Pues qué bien que haya decidido venir, después de fingir su muerte, una pena que no me haya encontrado, ya que… - dejo la frase en el aire.
Sí que me había encontrado, el anciano con el que hablé, él era mi padre. Mi hermano parece haber adivinado mis pensamientos.
- Ves hermano, no quiere nada malo para nosotros, tuvo que irse.
- No tuvo que irse, se fue, nos abandonó. ¿O acaso no recuerdas cómo estaba madre cuando nos dejó? ¿O acaso no recuerdas cómo tuvimos que sobrevivir desde su partida, robando y mendigando? Notham, nuestro padre dejó, y aún ahora, después de tanto tiempo, no creo que quiera nada para nosotros, ni bueno ni malo.
Veo que abre la boca, pero no puede articular palabra, tal vez haya sonado demasiado frío, pero es la verdad, no puedo permitir que el hombre que casi nos mata llene de pájaros la cabeza de alguien que solo piensa en la esperanza. Aunque sea un fiero guerrero, mi hermano deposita toda su fe en la esperanza, en la esperanza en las personas, o en la situación. Quizá eso se lo hayan enseñado los Maestros de la Espada, o quizá hayan sido todos sus años solo, pero yo también he estado solo, es más, llevo solo desde que nuestro padre nos dejó, ya que mi madre se dedicó expresamente a cuidar de mi hermano pequeño, mientras yo era el que conseguía la comida. Pero todo eso terminó el día en el que llegó a nuestra casa el Maestro para matar a mi madre, como había hecho con mi padre, o al menos eso fue lo que nos dijo… Pero parece que nos mintió y nuestro padre se salvó y nunca vino a por mi hermano y a por mí para ayudarnos.
- Notham, lo siento, antes me he pasado, no pensaba con claridad.
- Hermano, no tienes por qué disculparte, esa fue mi reacción al verle, pero cuando me explicó sus razones pude ver las cosas con claridad, y me calmé. Es verdad que el Maestro atentó contra la vida de nuestro padre días antes de que acabase con la vida de madre. Y madre nos contó lo que sabía, que padre no estaba, que se había ido, y quizá nosotros lo entendimos mal, pero en verdad se fue. Pero fue por un trato.
- ¿Un trato? ¿Con el Maestro? Ah, qué bien, aparte de abandonarnos, se alía con el asesino de nuestra madre. ¿Cómo se lo has podido perdonar?
- Hizo un trato, sí. Pero no se alió. Cambió su vida por la nuestra. Padre fue encerrado en los calabozos de las Cordilleras Likdem para que el Maestro no nos matase a nosotros, aunque no pudo hacer nada por madre.
- ¿Es lo que te ha contado? ¿Y te lo crees?
- Hermano, confío en padre tanto como lo hago en ti, así que yo sí, yo le he creído.
Bajo la cabeza y suspiro, quizá mi hermano tenga razón. Quizá nuestro padre se fue para salvarnos. Cuando levanto la cabeza para decirle algo a Notham veo que no está, miro hacia todos los lados, buscándole, y le encuentro yéndose, acompañado, a la posada en la que nos alojamos.
Antes de ir a reunirme con mis amigos a la posada, decido dar un paseo por Kael, para así conocer la ciudad. Las calles están más limpias cerca de los edificios importantes, en los barrios más pobres, la suciedad se ha fusionado con el ambiente. Kael está dividida en dos barrios, Otah y Rijs. En Otah se encuentra la clase más baja, junto a los marginados. Había tres posadas, lo demás eran casas. No había alcantarillado, por lo que el olor que se percibía al caminar por sus calles era horrible. Rijs, era totalmente opuesto a Otah, había decenas de posadas y tabernas, y la mayor parte de las calles estaban impolutas. Kael era la ciudad más importante de Tuê, y estaba gobernado por Arakki, hijo del Thautam Kar, hermano mayor de Arak.
Arakki poseía una gran cantidad de Jalahi, animales que soportan el ardiente suelo de más allá de La Muralla. Mi intención es conseguir a Klo, el Jalahi más poderoso, la montura del propio Arakki.
Cuando llego a la posada, lo que me encuentro me disgusta bastante. Esperando una buena posada, propia de Rijs, me encuentro con una posada propia de Otah, en la que la suciedad lo cubre todo y el mal olor inunda el ambiente. Hay cuatro mesas mal colocadas, en la más alejada se encuentra un grupo de mercaderes, borrachos todos, que están jugando a las cartas. Después, hay una mesa libre, en la que parece que se ha caído una vela, porque la madera está calcinada. Al lado de ésta hay una mesa ocupada por un anciano, antiguo guerrero de la Guardia Negra, por lo que puedo ver, lleva una capa negra y un colgante, con el símbolo de las tres espadas unidas por el filo, y una gran T entre medias. Me acerco a él.
- Perdone, dónde ha encontrado el colgante – le pregunto con cierta precaución, lo más probable es que esté borracho, y los borrachos son muy peligrosos.
- La encontré – me responde. Una respuesta tan escueta solo hace que aumentar mi curiosidad.
- ¿Dónde?
- En la calle, al lado de un cadáver.
- ¿Me permite sentarme e invitarle a una copa? – algo me decía que este hombre ocultaba algo importante.
- Mmm, bueno, vale. Un buen vino de Kael.
Me acerco a la barra y lo pido, el posadero me advierte de que el anciano ya había bebido mucho, por lo que le cambio la copa de vino de Kael por un vino más suave, necesito hablar con él mientras posea plenamente de sus facultades mentales.
- Tome señor – le ofrezco la copa, esperando que no se dé cuenta del cambio.
- Muchas gracias, siéntate.
Me siento y le observo más detenidamente. Aunque en primera instancia pareciera un guerrero de la Guardia Negra, el anciano no es más que un pobre hombre, que habría cogido el atuendo de uno de la Guardia en algún callejón, en su intento de conseguir algo con lo que alimentarse o algo de valor que pudiese vender para conseguir comida. Pero la capa no es de un guerrero cualquiera, en el cuello se puede distinguir una serpiente que está sacando su lengua, y ésta tiene cinco bifurcaciones, por lo que es un general de la Guardia Negra. Así que mi curiosidad se basa en cómo un guerrero de tan alto prestigio ha sido encontrado muerto por un anciano en una de las callejuelas del barrio pobre de la gran ciudad de Kael, además de en su colgante. El colgante que llevaba al cuello el anciano era el símbolo de los Maestros de la Espada, que solo poseían los que habían entrenado con ellos.
- Me gustaría saber de dónde ha sacado la capa.
- La encontré.
- ¿Sólo la encontró?
- Era una tarde de invierno, estaba a punto de morir congelado cuando vi el cuerpo de un general de la Guardia Negra tirado en el suelo, y aproveché para quitarle la capa, necesitaba algo de abrigo.
- ¿Y el colgante de las espadas?
- Herencia familiar.
Le miro, desafiante. Es imposible que una familia pobre de Kael tenga ese colgante, es propiedad de uno de los tres Maestros de la Espada, por lo que le vuelvo a preguntar.
- ¿Y el colgante?
Me responde lo mismo, “herencia familiar”.
- No le creo, así que, me temo señor, que le tengo que dejar aquí, fantaseando con sus delirios – me levanto de la silla y me dirijo para subir a las escaleras.
- Danae. Siéntate.
Me paro inmediatamente. Danae. Así me llamaba mi primer maestro. Y Así habló de mí a Thob mi hermano. Solo había dos posibilidades, cada cual más sorprendente.
- Estás aquí por Arakki, pero déjame ayudarte.
Me doy media vuelta, allí ya no hay ningún anciano, sino un hombre con el pelo marrón, los ojos verdes y una espada colgada de la espalda. Kahart.
- Thob – digo entre susurros…

domingo, 13 de julio de 2014

Capítulo 6: Encuentros

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ENCUENTROS
- ¿Por qué no te has ido con él? – me pregunta Norh.
- Prefiero quedarme aquí, contigo.
- Hijo, no pierdas más cosas por culpa de alguien que no vale nada.
- Pero padre, sabes que no es verdad, vales mucho. Me salvaste hace unos días de morir de hambre.
- Sí, pero lo hice por haberte abandonado cuando naciste. Quiero dejar una huella en la historia, y hasta ahora no había dejado ninguna.
- ¿Por qué es tan importante para ti tener tu propia historia?
- ¿Sabes? La vida es un libro, y, aunque siempre puedes volver para atrás recordando, pero quedan páginas por escribir, y llegará un momento en el que haya que poner Fin, pero entonces la historia de tu vida estará registrada, y la gente la leerá, usándola para complementar la suya, para fijarse. Y eso es lo que quiero, que la gente me recuerde como alguien que hizo algo por ayudar, no por el cobarde que abandonó a sus hijos.
Me quedo sin palabras, desde que era pequeño, al menos lo que estuve con él, nunca le había oído decir dos palabras seguidas sin titubear por causa del alcohol.
- Padre, la historia te recordará, no como el hombre que eras, sino como el hombre que ayudó a terminar con el reinado de Arak. Gracias.
- ¿Gracias? ¿Por qué?
- Por haber estado ahí en algún momento.
- Hijo, te quiero. Ahora, corre, coge a Eolo y ve a por tu hermano.
Abrazo a mi padre como nunca lo había hecho y corro a las caballerizas, que se encuentran al final de la calle, busco a un caballo negro como la noche. Le encuentro en una esquina, esperando a ser ensillado. Nunca he conocido a un caballo tan inteligente. Le pongo la silla, me monto y le susurro unas palabras. Eolo relincha y empieza a galopar. Cuando salimos de la ciudad, una ráfaga de aire casi me tira del caballo, pero consigo mantenerme sentado tras unos movimientos que no me creía capaz de hacer.
La sensación de montar a caballo es totalmente indescriptible. Sobre todo si montas en el caballo más veloz que ha recorrido Tuê, el aire te da en la cara, y en ese momento sientes que eres libre, que puedes con todo.
Mi meta es mi hermano, pero no sé en qué dirección se ha marchado, por lo que me dejo llevar por mi instinto, que pocas veces me ha fallado. Con el mapa que me ha dado mi padre me oriento en dirección a Kael y espoleo a Eolo, con un poco de suerte me encuentro a Zorax, Kalhan, Fala y a mi hermano a mitad de camino, y así tener tiempo para explicárselo.
***
El silencio reina en el ambiente, desde que dejamos la Ciudad de la Bahía nadie ha dicho nada, ni siquiera he oído que Fala y Kalhan tonteasen, o que Zorax contase alguna de sus historias inventadas. En parte es porque la aventura que llevamos a cabo está a punto de llegar a un punto demasiado peligroso para cuatro personas, en parte porque el ataque a la ciudad nos ha debilitado y se ha llevado a mucha gente importante en nuestras vidas. Pero esto no eran más que excusas, ya que el principal motivo por el que estamos sumidos en la desesperación y en la tristeza es porque les ha abandonado un pilar muy importante, Notham nos ha dejado, Notham se ha quedado en la Ciudad de la Bahía, con un anciano al que no conocía, y aunque esto solo lo sabía yo, los demás han llegado a intuir que se ha quedado con alguien, ya que yo no he dado más explicaciones de las necesarias a la hora de explicar de por qué nos marchamos sin mi hermano.
- Mirad, eso de ahí es el Muro, y la población que se ve desde aquí es Kael, contemplad el gran palacio de Arakki, hermano de Arak – dijo, rompiendo el silencio, Zorax.
- Ese es nuestro destino, ¿no? – pregunta Fala.
- Sí – dije antes de que Zorax o Kalhan pudiesen decir nada – Y puede ser el último sitio poblado que veamos antes de llegar a las Cordilleras, así que si alguno se quiere quedar, no se lo impediré, porque sé que no lo hace por abandonar al grupo, - esto lo dije con un tono que estaba entre tristeza y odio – sino porque quiere salvarse y formar una familia – miro a Kalhan y Fala, que me devuelven la mirada con una sonrisa – o porque quiere dedicarse al majestuoso oficio de bardo – Zorax soltó una carcajada.
- Seguiremos contigo, hasta el final – me prometió Fala - ¿Verdad, chicos?
- Sí – afirmaron ambos a la vez.
- Pues entonces no queda otra opción que ir al palacio de Arakki y conseguir cuatro Jalahi para poder avanzar sobre el cálido suelo de la Llanura.
- ¡Eh! ¿Ese no es Notham? – grita Kalhan señalando al horizonte.
Me giro y miro a donde está señalando Kalhan, y veo a un jinete montado en un caballo negro. No podía ser mi hermano, se había quedado con el anciano. Pero a medida que se acercan, puedo distinguir a la montura, se trata de Eolo, el caballo con el que nuestro padre se había marchado al abandonarnos. Por lo que el jinete es, o mi padre o, efectivamente, mi hermano.
- ¡Hermano! – grita el jinete.
Decididamente es mi hermano, pero nos debe una explicación, por lo que no le saludo.
- Hermano, puedo explicártelo, pero antes debemos llegar a Kael, un grupo de cuatro Igels me perseguía mientras venía a buscaros.
Le miro desconfiadamente, pero hago caso de su advertencia y me monto en mi caballo, apremiando a Kalhan, Fala y Zorax a que hicieran lo mismo, aunque nos haya abandonado, nunca ha dejado de ser mi hermano.
Escucho el aterrador grito de uno de los Igels, y mi caballo empieza a galopar hacia Kael, los demás lo imitan y, en un momento, nos enzarzamos en una carrera por vivir hacia la última ciudad de Tuê. A mitad de camino, uno de los Igels nos alcanza, y casi alcanza de un mordisco la cabeza de Zorax, que es el que más retrasado va. En el momento en el que los demás Igels aceleran su velocidad decido que no me gusta huir, freno el caballo y me doy la vuelta, Zorax y Notham me imitan en cuanto lo hago, pero Kalhan y Fala se lo piensan, no creen que sea una buena idea enfrentarse a los Igels, aunque solo sean cuatro, son demasiado poderosos para ellos, y sabían que no iban a servir de mucho, pero aún así paran, se colocan detrás de nosotros y se arman con una ballesta cada uno. La situación queda así, Kalhan y Fala detrás, intentando abatir a los Igels con sus ballestas, Zorax y Notham más delante, matando a los Igels juntos con las espadas, y yo en primera fila, armado con Fallows y una espada corta, intentando herir a los Igels, al menos lo suficiente como para que no resulten una amenaza para los demás. Los tres primeros Igels son fáciles, dentro de lo que cabe, de matar, pero el último parece ser un Gran Igel, y según sé, solo hay cuatro en todo el mundo, por lo que nuestros enemigos debían considerarnos peligrosos. Eso me gustaba, si por algo destacaba Arak, era por no tener miedo a nada. Pero si un grupo de cinco personas ha conseguido atemorizarle, es porque son un enemigo a tener en cuenta. Y tanto que lo éramos.
- Amigos, quizá no seamos los más numerosos, ni los más listos, pero vamos a dejar claro una cosa, SI que somos los más peligrosos. Así que no vamos a dejar que un mísero Igel nos mate, ¿verdad?
Los demás me miran, les brillan los ojos, mis ánimos han conseguido lo que buscaba, la muerte de uno de los cuatro Gran Igels. Kalhan dispara una flecha, impacta en el ala derecha, entre Zorax y Notham, consiguen herir el ala izquierda, yo me encargo de lanzar un gancho, atrapo su cuello, y dejo que Fala sea quien decapite al Igel.
- Grînau… - dice el Igel entre sollozos.
- ¿Qué significa Grînau? – pregunta Kalhan.
- Es el nombre del próximo Gran Igel al que tendremos que matar – dice mi hermano, dejando clara nuestra superioridad.

domingo, 29 de junio de 2014

Capítulo 5: Es hora de partir

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ES HORA DE PARTIR
Cuando me despierto, Kalhan y Fala ya están desayunando y a Zorax no le veo. Le pregunto a Kalhan, y me dice que se ha ido a buscar a Notham. Le pregunto por dónde se ha ido, me indica la dirección y salgo corriendo hacia allí. Zorax no debería haber salido sólo, pese a que los Igels ya se hubiesen ido, aún había peligro, no todos los habitantes serían tan pacíficos como la joven que me encontré ayer, Fala. Estoy hasta el mediodía corriendo, sin señal alguna de Zorax, por lo que paro a descansar un poco. Busco a mi hermano hasta bien entrada la tarde. ¿Dónde podría haberse ido? No lo sé, pero fijo que está en peligro. Noto que me están mirando, me doy la vuelta y veo que, encima de un montón de escombros encima de un edificio, hay un hombre, anciano.
- ¡Buenas! ¿Qué hace ahí sentado? – le grito.
- Pensar.
- ¿En qué?
- En la devastación de este mundo.
- Tampoco es para tanto, yo he estado en este mundo. Y no he visto tanta devastación como la que piensa.
- ¿No? Entonces no has estado en el Castillo de Arak.
- Me temo que si he estado, encerrado en uno de sus calabozos.
- ¿Seguro? No es que no te crea, pero poca gente sobrevive.
- Así es, y además herí a Arak.
- ¿Tú solo?
- Iba con mi hermano, Notham, que, por cierto, está aquí en la ciudad, ¿le ha visto?
- Ehmmm, no me suena, he estado con un tal Naoz. Es un joven, armado con un arco. Me dijo que se dirigía hasta el sur.
Me da un vuelco al corazón. Naoz es uno de los múltiples nombres que usa mi hermano, aún no entiendo por qué, pero suele cambiar de nombre muy a menudo. Le pregunto dónde está, y detrás del anciano aparece mi hermano. Está hecho un desastre, tiene toda la ropa rota, y está lleno de heridas y moratones. Ahora que le veo empiezo a pensar en Zorax.
- Hermano, ¿has visto a Zorax? – le pregunto.
- Sí, estuvo aquí, le dije que volviese al campamento. Yo iba a volver dentro de un par de días.
- ¿Dentro de un par de días? ¿Y si nos hubiésemos ido antes? ¿Qué hubieses hecho?
- No os ibais a ir.
No respondo, me doy media vuelta, que venga si quiere. No puedo negar que esté feliz por haberle encontrado, pero que se haya ocultado durante todo este tiempo me duele. Soy su hermano. Tendría que habérmelo dicho.
Sigo mi camino, no miro hacia atrás, pero creo que Notham ha decidido quedarse con el anciano. A ver qué les digo a Zorax y Kalhan. Veo que empieza a esconderse el sol, por lo que empiezo a correr, la noche es muy oscura en las ciudades después de una batalla.
Cuando llego al campamento veo que Zorax y Kalhan están durmiendo. Fala, en cambio, está afilando su arma.
- Hola Fala.
- Buenas, señor sin nombre, ¿has encontrado a tu hermano? – me pregunta.
Me callo y miro el camino que he dejado atrás y la conversación con mi hermano. Teóricamente sí lo he encontrado, pero lo he perdido en el momento.
- No, no sé dónde se habrá metido.
Debo sonar poco convincente, ya que Fala me mira evaluando cada palabra que he dicho, como si hubiese un significado detrás de cada una. Pero no dice nada, baja la vista y sigue afilando su espada. Me voy a mi “cama”, necesito descansar, pero sobre todo necesito pensar en lo que ha pasado hoy, en mi encuentro con mi hermano. Me cuesta dormirme, pero finalmente logro conciliar el sueño.
En mitad de la noche oigo unos gritos, me levanto, cojo mi espada y agudizo mi oído, a ver si consigo oír desde dónde vienen los gritos. En una de las puertas de la ciudad veo un fuego, y a un grupo de seis o siete personas, que están celebrando algo. Despierto a Zorax, que se levanta a regañadientes, pero su actitud cambia cuando oye los gritos. Le digo que coja una espada.
- ¿Crees que haré algo con una espada? Mejor cojo un arco, que últimamente he afinado mi puntería.
- ¿Seguro? – le pregunto.
- Como que mi padre se llama Zast.
Asiento, creo recordar que me dijo que su padre se llamaba Zox, pero no le hago caso y le digo me siga, pero que intente no hacer ningún ruido. Lo que quiero hacer es acercarme, a ver quiénes son, y si son peligrosos… bueno, terminar con la amenaza. Llegamos a una roca que está al lado suyo. Nos escondemos detrás de ella y esperamos. Le digo a Zorax entre susurros que si se complica la cosa salga corriendo y, que si muero, se vuelvan a cualquier ciudad lo suficientemente grande como para que puedan pasar inadvertidos, que intenten llevar una nueva vida, y que bajo ningún concepto vayan hasta Likdem.
- No vas a morir, has luchado contra la Guardia Negra, contra Arak y contra quién sabe qué monstruos a lo largo de todo Tuê. No creo que siete bandido del tres al cuarto acaben con tu vida.
Sus ánimos me dan fuerza. Desenvaino a Fallows, la miro, como si fuese una vieja amiga y me doy media vuelta para acabar con los bandidos.
Ha sido difícil, sí, pero he conseguido acabar con ellos y salir ileso. Este grupo no tenía ningún botín, pero iban bien armados y sabían luchar, por lo que deduzco que eran veteranos de la guerra que se estaba librando en la costa oeste.
- Bien hecho, compañero – me felicita Zorax.
- No, bien hecho tú, sin tu apoyo me da a mí que no lo habría conseguido, gracias por recordarme de lo que soy capaz.
- Un placer.
Nos unimos por los brazos y volvemos para el campamento, tenemos un descanso más que merecido. Cuando llegamos vemos que no están ni Kalhan ni Fala, pero no hay rastros de forcejeo, por lo que no me preocupo, miro a Zorax y éste me responde con una mirada picarona. Sabe perfectamente dónde está la joven pareja.
A la mañana siguiente le pregunto a Zorax sobre la posibilidad de irnos de allí, y me dice que cuanto antes, mejor. Espero a que llegue Kalhan para recoger las cosas.
- ¿Nos vamos ya? No llevamos ni dos semanas… - replica el joven.
- Ya bueno, tenemos una misión – le digo.
- Es verdad… iré a recoger mis cosas.
Se da media vuelta, llama a Fala, y empiezan a recoger sus cosas. Al mediodía ya está todo recogido y podemos partir. Cuando vamos a cruzar la puerta miro atrás con nostalgia, Notham ha elegido quedarse, es duro perderle otra vez. Pero no voy a demorar a mis compañeros por su culpa, después de estos días me he dado cuenta de que solo puedo confiar en mí mismo para conseguir mis metas


miércoles, 25 de junio de 2014

Capítulo 4: Fala

4
FALA
Me levanto antes que mis compañeros, y aprovecho para volver a la ciudad a buscar a mi hermano. Aunque no tengo las mismas esperanzas que ayer, aún confío en que Notham esté por ahí, esperándonos. Salgo en dirección contraria a la que fui ayer, por esta parte, la ciudad está menos devastada, pero eso no quiere decir que no esté en ruinas. No hay ni un edificio en pie, pero tampoco hay cadáveres, alguien, por la noche, ha debido llevárselos.
Estoy durante todo el día y llegada la tarde estoy tan desesperado que grito. Grito para buscar a mi hermano y para desahogarme.
- ¡Notham! – grito esperando una respuesta.
Oigo a alguien que me responde, detrás de unas rocas, y me acerco lo más rápido que puedo. Resulta ser una joven morena, con ojos verdes.
- Ayúdame por favor – me suplica la joven.
Aparto un par de rocas, pero queda una que me es imposible mover. Así que voy a buscar algo que me sirva de palanca. Miro a mi alrededor, y a lo lejos veo una viga, que puedo usar como palanca.
- A la de tres, empuja de la roca hacia arriba. – le digo – Uno, dos… y… tres.
Empujo de la viga para abajo y la joven empuja de la roca hacia arriba, poco a poco, la roca se va levantando, y de esta forma consigue salir.
- Fala – me dice.
- ¿Qué quieres decir?
- Fala, me llamo Fala.
- Ahhh, encantado.
- ¿Tú cómo te llamas? – me pregunta.
Me pongo rígido, mi nombre no es algo que pueda decir a todas las personas. Soy capaz de contar con los dedos de una mano la gente que lo conoce. Notham, el Maestro y Thob, el mayor de los tres Maestros de la Espada.
- No tengo nombre – le respondo secamente.
- Bien, no me lo digas, ya lo adivinaré.
- Lo dudo – me doy media vuelta, noto que Fala empieza a seguirme, pero hago caso omiso.
A lo lejos veo a Zorax y a Kalhan comiendo algo, no tienen puesta la camiseta y, en cuanto vieron a Fala, empezaron a desorganizar todo en busca de sus respectivas camisetas, cosa que me hizo reír.
- Ehmmm, hola preciosa… - le dijo Kalhan a Fala guiñándole un ojo.
- ¡Buenas! – respondió la joven alegremente, pero sin darle importancia al piropo que mi joven amigo le acababa de lanzar.
- Soy Kalhan, y este es Zorax, un gran guerrero.
- Yo me llamo Fala y… no soy más que la hija de un posadero… - sonrió, de una manera especial.
- Encantado – le dijo Zorax besándole la mano con una gran teatralidad.
Fala se sonrojó, y me miró de reojo, inmediatamente aparté la vista, no estoy acostumbrado a las mujeres. Nunca había compartido parte de mi vida con alguien del sexo contrario. Sé que suena pobre, pero entre guerra y guerra no había tenido tiempo.
Veo que Zorax me hace un gesto para que vaya con él.
- ¿Se va a venir Fala con nosotros hasta Likdem? – me pregunta.
- No lo había pensado, pero creo que puede ser útil.
- ¿Útil? ¿Para qué? No creo que sepa hacer algo más que cocinar y limpiar…
- No sabemos lo que puede ser capaz de hacer, aunque lo que tú dices no nos vendría mal, últimamente solo comemos pan duro y bebemos agua sucia.
De repente oigo un ruido, parecido al de dos espadas peleando. Desenvaino rápidamente la mía y me giro, pero lo que veo me sorprende. Kalhan y Fala están peleando, y parece que la joven se desenvuelve bien, ya que tiene a mi amigo contra la pared, miro a Zorax y sonrío.

- Parece que sabe hacer algo más que cocinar… - le digo.
- Eso parece… - me responde risueño – ¡Kalhan! ¡Te tiene contra las cuerdas!
Kalhan se despista y en ese momento, Fala le coloca la espada en la yugular. Muerto.
- Eso no vale, estaba distraído – se queja el joven.
- En Likdem no van a ser tan compasivos – Fala sabe lo que dice.
- ¿Has estado ya en Likdem? – le pregunto.
- Para rescatar a mi hermano – me responde.
- ¿Cómo conseguiste salir? – pregunta incrédulo Zorax.
- Conseguí salir haciéndome pasar por un soldado de la Guardia Negra, luego paseé por la Llanura, durante meses, hasta llegar a Kael, donde estuve con Arakki durante dos años. Él me entrenó en el arte de la espada mientras cuidaba de mi hermano, que aún tenía graves daños de su estancia en Likdem. Mi hermano murió allí. Tras mi estancia con Arakki, y con la promesa de que volvería, salí a explorar Tuê, sin alejarme de los caminos y las civilizaciones, sin acercarme a La Muralla. Durante unas semanas, estuve viajando junto a una caravana que se dirigía a la Ciudad de la Bahía, donde vivía mi familia. Cuando llegué allí me enteré de que todos habían sido asesinados por Haral, el conde de Morma. Entonces reclamé venganza, pero al cabo de los días me di cuenta de que yo sola no llegaría a ninguna parte. Por lo que vine aquí y busqué refugio. Me acogió un amable posadero, de nombre Tessor, que me cuidó como si fuera su propia hija. Casi me había olvidado de mi pasado hasta que llegasteis vosotros.
Cuando Fala termina de hablar, el silencio reina en el ambiente. Es un silencio triste, vacío, no se oye ni el más leve suspiro. Sumidos en el silencio, nadie nota que Fala comienza a llorar, bueno, nadie salvo Kalhan, que se acerca a ella y la rodea con el brazo, ofreciéndole cobijo. Ofreciéndole un hombro sobre el que llorar, y alguien en quien apoyarse. Yo sé que nunca sería capaz de hacer eso, no cuadra en mi personalidad.
- Fala, tranquila, no pasa nada, es el pasado, ahora piensa en el presente – le dice Kalhan para tranquilizarla.
En ese momento me viene a la cabeza una frase que siempre me decía mi padre, no pienses en lo que fue ni en lo que será, céntrate en lo que es y vive con tus allegados, pues llegará el día en que los pierdas y te arrepentirás de no haber estado con ellos.
- Creo que me voy a dormir, todos necesitamos descanso – dijo Zorax para acabar con el silencio.
- Yo también haré lo mismo, tengo que pensar – me levanto y me dirijo a un amasijo de sacos que había hecho tiempo atrás para dormir.
Cuando me tumbo, veo a Fala acurrucarse en Kalhan, como si fueran piezas separadas de un mismo puzle. En ese momento me vienen a la cabeza las noches de pequeño en las que tenía pesadillas y acudía a la cama de mis padres en busca de un lugar seguro donde dormir. Y me acordé de Notham. Y resurgió en mí un antiguo sentimiento que había escondido demasiado tiempo. El dolor. Dolor por la pérdida de Notham, dolor por la pérdida de mis padres, dolor por el amor que profesan Fala y Kalhan, dolor por el pasado, el presente y el futuro. Dolor porque sé que no voy a vivir mucho más y no he aprovechado la vida lo suficiente. Durante mucho tiempo escondí el dolor, lo que me hizo más distante, pero surgieron en mí nuevos sentimientos, como el egoísmo y la avaricia. En ese momento dejé de ser humano y me convertí en un monstruo. Entonces lloré, no por la pérdida de mi hermano, o por mi pasado, si no porque he estado ciego todo este tiempo, y por eso he dejado que muriera mucha gente.
En el ambiente vuelve a concentrarse el silencio, pero ya no es un silencio triste, pobre, si no un silencio prometedor. Zorax duerme, Fala y Kalhan están besándose. Les miro y sonrío, la llama del amor es muy difícil de apagar, y estoy seguro de que llegaremos a Likdem juntos, como una familia, y pelearemos unidos, como un ejército.
 Con estos pensamientos me duermo, esperando que amanezca un nuevo día. 

domingo, 15 de junio de 2014

Capítulo 3: La primera amenaza

3
LA PRIMERA AMENAZA
Desenvaino mi espada y apremio a Zorax y mi hermano a que hagan lo mismo. Toda la gente de la taberna nos imita y salimos a la calle.
Estos monstruos tienen el aspecto de un águila gigante. Cada vez que baten sus alas, saltan cenizas. Son unos animales horribles, es muy difícil matarlos, hay que decapitarles.
- ¡Vamos hermano! – le grito a Notham – Esto no es a lo peor que te has enfrentado, ¿verdad?
- Lamentablemente tienes razón…
Nos miramos y sonreímos, avanzamos corriendo hacia una criatura, mi hermano le lanza una flecha, le acierta en un ala, en el momento en el que el ave se queja y se retuerce alzo mi espada y realizo un corte seco. Tras vernos, todos los demás empiezan a correr por la ciudad para acabar con tales monstruos.
Miro a Zorax y le apremio para que venga con nosotros.
- No sé combatir – se excusa.
- ¿Y todas las historias? – le pregunto.
- Me las inventé, no valgo nada, soy un fraude, solo sirvo para contar historias, no para hacerlas.
- Pues ya va siendo hora de que empieces a realizarlas – cojo una espada y se la doy, le enseño un par de movimientos básicos y le digo que me acompañe.
Veo como los monstruos acaban con la vida de todos mis compañeros, todos los que sobreviven a sus ataques les clavan la espada en el pecho o en el ala.
- ¡DECAPITADLES SI NO QUERÉIS MORIR! – les grito.
Se giran un par de comerciantes que habían estado con nosotros en la taberna y un Igel aprovecha y les mata de un mordisco. Me paro y contemplo el escenario de la batalla. Los Igel tienen una clara superioridad ante nosotros, bueno, mejor dicho, ante los comerciantes, tenderos, actores, músicos… Los únicos que tenemos una poca ventaja somos Zorax, Notham y yo, a parte de un par de viajeros, Kalhan y Karot, dos del grupo que se encontraban en la taberna, del grupo del hermano de Kalhan.
Zorax, Karot y Kalhan no son diestros guerreros, pero saben defenderse y, bastante bien, por lo que puedo ver. Por otra parte, mi hermano y yo somos los únicos que podemos hacerle frente a estas criaturas, quizá por nuestro entrenamiento, o quizá simplemente porque no temíamos morir quemados por su aliento o entre sus fauces. Notham les mataba con su arco, cortándoles el cuello de una tajada y yo atacaba con mi espada, poco a poco conseguimos que mengüe la amenaza de Igels.
Llevamos todo el día peleando, miro al horizonte y veo que el sol se está escondiendo tras las montañas. Hemos sufrido muchas bajas, al igual que los enemigos. Los Igels que continúan luchando se paran en seco y levantan la cabeza. Parece que han oído algo. Pido silencio y agudizo mi oído, así consigo oírlo también, es un grito espeluznante, que proviene de la garganta del jefe de los Igels, que está en una de las puertas de la ciudad. Antes de irse cogen a mucha gente como prisioneros. Me escondo y espero hasta que los Igels restantes se van, Zorax y Notham hacen lo mismo.
Tras un tiempo, salgo de mi escondite, tres cachos de escombros, pertenecientes a la taberna en la que conocí al grupo que nos iba a acompañar. Desenvaino la espada, hasta que no decida que el peligro se ha acabado no la guardaré. Veo a Zorax, se acerca a mí y saca su espada. No veo que se mueva nadie más, entonces pasa por mi cabeza una idea terrorífica, ¿y si se lo han llevado? No veo a Notham por ningún sitio, y, aunque lo crea imposible, he de barajar las posibilidades de que haya muerto o, peor, de que haya sido secuestrado por algún Igel. Entonces sí que tendría problemas y le esperaría algo peor que el descanso eterno.
Alguien sale de una posada cercana, no le reconozco, pero sé que no puede ser mi hermano, no va armado. A medida que se va acercando me voy haciendo una idea de quién puede ser. Es uno de los hombres de la posada, pero no era ninguno con el que hubiese hablado. Por los rasgos de su cara, puede que sea Kalhan, el hermano del jefe del grupo.
Si ha podido sobrevivir Zorax, y lo digo sin menospreciar a nadie, mi hermano tiene que seguir en la ciudad. Pero no veo a nadie y no se oye nada, por lo que tendremos que seguir nuestro camino sin él.
- ¿Dónde está Notham? – me pregunta Zorax.
Parece que mi mirada ha respondido por mí, porque se aleja, cabizbajo. Me acerco a Kalhan.
- Hola, ¿eres el único superviviente de tu grupo?
- Sí… - agacha la cabeza.
- Lo… lo siento – no sabía que decir. Kalhan había perdido a su grupo de amigos, además de su hermano.
- No pasa nada, era muy posible que pasara, ya estaba concienciado antes de la lucha. – me dice fríamente, parece no tener expresión alguna en su rostro.
- Yo también he perdido a mi hermano.
- Ahora que estoy solo, ¿puedo ir con vosotros?, viendo como está el bardo, necesitáis la máxima ayuda posible. – tiene razón, Zorax tenía una herida muy fea en la pierna. Un Igel le atacaría en la pelea.
- Sí, cuántos más, mejor. Aunque antes de todo has de saber a dónde nos dirigimos. Vamos a las Cordilleras de Likdem, ¿sabes cuáles son?
Una expresión de terror inundó su rostro.
- Sí, las que se ven desde la Muralla.
- Exacto, vamos a por Arak, tenemos pensado matarle.
- Entendido. Iré con vosotros, lo más probable es que él haya mandado a los monstruos, y tengo que reclamar venganza.
Asentí, el joven es valiente. Ahora, me paro a observarlo más detenidamente, está lleno de cicatrices, ha soportado muchas peleas, no es alguien que huya. Nos viene bien para el grupo, ahora que Notham ha desaparecido.

Preparo tres camas, formando un círculo, en el centro hago una hoguera. Pongo todos los víveres que tenemos en un rincón, para así poder pasar la noche en la ciudad, no tenemos fuerzas suficientes para sobrevivir en los caminos, además de que Zorax tiene que guardar reposo. Hecho esto me voy a dar una vuelta por lo que queda de la ciudad, a ver si consigo algo que pueda servir para el futuro.  
El escenario es devastador, del suelo salen columnas de humo, hay miles de cuerpos inertes por el suelo. Todas las casas están destruidas. Miro al cielo, cientos de buitres se van acercando, esto debe ser un festín para ellos.
Tras unas horas caminando y pensando decido volver al campamento que había improvisado.  
Mientras estoy volviendo me cruzo con un par de perros, que me miran suplicando ayuda.
Llego al campamento y veo que Zorax y Kalhan están echando una partida de Trap, un juego de cartas que todo el mundo en Tuê conoce. Me ven y paran de jugar.
- Buenas, te has retrasado un poco… - me recrimina Kalhan.
- Es verdad, estaba buscando algo que pudiésemos usar para más adelante – me excuso.
Por la forma en la que me miran, deduzco que no me han creído.
- Siento mentiros, pero no podéis saber la verdad. Sería demasiado para vosotros.
- ¿Por qué no lo intentas? – pregunta Zorax.
- Porque no sé explicarlo.

¿Cómo les digo que he ido a buscar a mi hermano?, dejándoles de lado. ¿Cómo les digo que me han vencido?. Tienen que seguir creyendo que soy invencible, porque si no, toda esperanza que tengan se desvanecería. El mayor defecto del hombre es el creer en alguien, ya que nubla los pensamientos y condiciona nuestras acciones.

sábado, 31 de mayo de 2014

Capítulo 2: Comienza la aventura

2
COMIENZA LA AVENTURA
La plaza principal de la ciudad está repleta de gente. No nos extraña, ya que es el día del mercado, pero hay demasiada gente. No sé si será porque se han extendido los rumores de la desaparición de Arak, pero en los tres días que llevábamos en la ciudad habían llegado decenas de caravanas desde los cuatro caminos. Sobre todo llegaban por el camino del Norte, que era el que conectaba la ciudad con el resto de pueblos y regiones.
En ese momento noto que me están mirando, no sé por qué, pero es una cualidad que he desarrollado a lo largo de estos últimos años, en los que había estado viajando. Me doy la vuelta despacio, intento que no se note mucho. Entonces es cuando veo a un joven, que escondía un hacha bajo la capa y tenía una ballesta echada a la espalda. Vestía con ropa marrón y verde, llevaba unas botas marrones, así como la capa también era del mismo tono de color. Llevaba sombrero, le tapaba toda la cara, aunque, por lo que pude ver, estaba lleno de cicatrices. Apoyado en la pared, veo que me mira y me hace un gesto para que me acerque, le doy un golpe a mi hermano, le indico que me siga. Cuando me acerco a él empieza a hablar.
- Buenas, ¿es usted el hombre que ha terminado con la vida de Arak? – me pregunta.
- Perdone, pero creo que se equivoca, no le maté. Desapareció. – le aclaro.
- ¡Ja! – me sonríe – Ya decía yo que a un Maestro de la Espada no se le mata tan fácilmente.
- Parece que es usted un hombre sabio.
- ¿Sabio? No. Pero sí tengo sentido común, ¿cómo un simple hombre va a poder matar a uno de los Tres?
- Creo que me estás infravalorando, aunque no le maté le herí.
Se levanta, es un poco más alto que yo, pero más escuálido. Hace una reverencia.
- Encantado, me llamo Zorax, hijo de Zox, regente de la Ciudad de la Bahía. He venido hasta aquí para acompañarte, no creo que te vayas a enfrentar contra Arak tú solo…
- No estoy solo, viene mi hermano conmigo. Pero aún así, nos vendría bien algo de ayuda. Encantados de que te unas.
- Perfecto, ¿cómo te llamas?
- No creo que eso importe.
- Bueno, ahora no. Pero tendrás que decírmelo algún día…
- Algún día. Éste es Notham, hijo de Norh, mi compañero y hermano.
- Encantado. – dice mi hermano.
- Vámonos. – les apremio a que se muevan.
Me voy hacia el puerto, tendremos que atravesar el lago de Calas y necesitaremos algún medio de transporte. Cuando llego, veo que no hay ni un amarre libre, todos están ocupados, por barcos de pesca o de transporte. Hay una concentración de personas cerca del barco más grande, que parece ser de un noble, que, por su bandera, deduzco que es el Conde de Morma, una ciudad que está cerca de la Ciudad de la Bahía, es el segundo hombre más rico de Tuê, después de Arak.  Me acerco, veo que cojea, parece que tiene una flecha clavada en la pierna, miro a mi hermano rápidamente, está hablando con Zorax, el arco lo tiene en la espalda, él no ha podido ser. Me detengo a mirar a los tejados, y alcanzo a ver una sombra, se movía rápidamente, llamo a mi hermano, le digo que le dispare. Estoy seguro de que le da, es el mejor arquero que he visto nunca. Se prepara, tensa la cuerda, apunta, su objetivo es el Conde y abre la mano. El hombre se da cuenta de que se le acerca una flecha y la esquiva. Por cómo se ha movido, puede ser de la Guardia Negra, pero es imposible, la Guardia es leal a todo noble que pise Tuê.
- ¿Le has visto? – le pregunto a mi hermano.
- Sí, ¿quién era?
- No lo sé, parecía algún hombre de la Guardia.
- No puede ser, son leales a Tuê y sus nobles.
- Ya, pero también lo eran los Maestros de la Espada.
- ¿Acaso crees que el Maestro está reclutando gente?
- Tengo mis sospechas, pero nada se puede descartar.
Se acerca Zorax, ha conseguido una embarcación, debemos darnos prisa para partir inmediatamente. La barca, de madera, es pequeño, para cuatro personas. Hay algunos aperos de pesca y víveres para aguantar aproximadamente dos meses. Tiene izada una vela, suficientemente grande como para avanzar una distancia considerable en el momento que una ráfaga de aire nos alcance.
- Está bien, para un viaje – le digo a Zorax.
- Sí, bueno, es lo más barato que he encontrado.
- Esperemos que vaya bien…
Partimos desde el puerto, a lo lejos veo el horizonte, una simple línea, en la que cielo y mar se unen
- Bueno, ya estamos en marcha – dijo Zorax.
Él es el que más tranquilo de los tres, quizá porque no sabía la empresa que teníamos en mente. Mi hermano y yo no nos podíamos tomar tan a la ligera un viaje que, muy probablemente sea solo de ida. Aún con toda la ayuda de los Maestros de la Espada tenemos pocas posibilidades, ya que Arak cuenta con la ayuda de los Kahlgrîn, antiguos alumnos suyos, ahora letales guerreros con armas de corto alcance, y los Monogrîn, renegados del Gran Bosque del Sur, feroces con el arco, con una puntería magnífica y la capacidad de matar y moverse sin ser vistos. No podíamos viajar tranquilos sabiendo a quiénes nos enfrentábamos.
El mar está en calma, por lo que Notham y yo tenemos remar si queríamos tener un ritmo normal. Mientras, Zorax nos iba contando sus batallas.

- … Peleé contra los diez bandidos yo solo, armado con un hacha y protegido por un escudo. Eran feroces, podían ser Kahlgrîn, pero no me eché atrás, les miré y les mandé un aviso. Tras algunas horas luchando contra tales guerreros conseguí acabar con ellos sin apenas haber recibido un rasguño…
Miré a mi hermano, ambos sabíamos que no podían ser Kahlgrîn, es más, tengo la certeza de que nuestro nuevo amigo se estaba inventando la historia, pero, ¿qué importa? Sabía contar buenas historias, quizá estas historias lleguen a oídos del Rey como lo han hecho ‘La Gesta de Kor’ o ‘Kala’, historias ficticias narradas por Sneci, el mayor bardo que ha tenido el honor de cantar en el Templo de Oro de Tuê, hogar de una de las tres espadas.
Proseguimos nuestro camino sin ningún altercado, salvo que Zorax casi se cae unas cuantas veces por el borde de la barca mientras escenificaba alguna de sus historias.
- ¡Hermano! – me grita Notham - ¡Tierra a la vista!
Giro la cabeza y alcanzo a ver un puerto pesquero. Supongo que puede ser de la Ciudad de la Bahía, pero no estoy muy seguro. Será un buen lugar para descansar y reponer fuerzas, además podremos vender el poco pescado que hemos logrado coger, para así poder negociar más adelante.
Cuando llegamos al puerto amarramos el barco y nos vamos en busca de una taberna en la que poder comerciar con nuestras mercancías. Tras callejear un poco logramos llegar a la calle principal, llena de tiendas y tabernas. Al final de la calle veo un pequeño local, no parece que haya mucha gente, así que estaremos más tranquilos allí, y podremos hablar más fácilmente que en cualquier otro sitio.
Entramos en la taberna y lo primero que veo no me gusta mucho, la gente está borracha, las ratas se pasean por el suelo y el techo estás cubierto por telarañas. Aunque el local deje que desear, veo un grupo de gente que me puede interesar. El que parece el jefe no para de mirarnos y estoy emocionado, son tres o cuatro personas, que, supongo, será un grupo de gente que viaja en carromato, por lo que nos podremos unir a ellos y que nos acompañen. Me acerco a ellos para pedírselo.
- Hola, ¿qué tal? – les dije.
- ¿Quién es usted? – me preguntó el más alto.
- No importa, no creo que os importe.
- Sí importa, podrías ser cualquiera.
- Soy un amigo de tu hermano, Kalhan.
- ¿Mi hermano?
- Sí.
- Entonces sí, vamos hacia Kael.
Les digo que yo también me dirijo hasta allí, Kael es la última ciudad antes de La Muralla. Allí espero encontrar algún medio de transporte para ir por fuera de la ciudad, ya que el suelo es de piedra incandescente. Espero conseguir un Jalahi, una especie de perro gigante, en el que uno puede montar como si fuera un caballo, pero que tiene patas que pueden pisar el suelo.
Pero no quiero conseguir ningún Jalahi común, quiero a Klo, el rey de los Jalahi, que está en posesión de Arakki, el hermano de Arak.
- ¿Qué ha sido eso? – pregunta aterrado el jefe.
Todo empieza a temblar. Parece un terremoto, pero no. Son las mascotas de los guerreros de la Guardia Negra.